Debemos valorar los defectos y virtudes de las personas, aceptarlos, respétalos, entenderlos, amarlos y pensar que detrás de ellos hay una historia que nos explica el por qué de la manera en la que actúan, piensan y sienten.
No olviden jamás agradecer la existencia de las personas y decirles lo mucho que los quieren, quizás el día de mañana que se lo quieran decir no estén.